El amor aplastó a la muerte
Volver a Dios nos siempre es fácil, sobretodo si no sabes dónde estás y de lo único que estás segura es que ya no es tan cercano como antes...y con antes me refiero a años, meses o días...no importa cuanto sea el tiempo, pero siempre llega un punto dónde el alma comienza a extrañar su compañía y algo dentro grita que necesita sus palabras, su paz, su amistad, su protección.
La verdad es que la sangre de Jesús es más poderosa que cualquier pecado, que la muerte.
Es un hecho: el amor ha ganado. El amor ha vencido a la muerte. Ya no soy esclava del pecado. Eso es una verdad....no vivir una verdad es lo más tonto que puede haber, es solo fingir y pretender que no me he enterado de la enorme realidad que atraviesa generaciones y generaciones.
El amor de Dios y la sangre de Jesús son lo suficientemente poderosos para volver el alma más negra y más sucia de pecado por un corazón semejante a la lana.
La ley apareció para que el pecado se hiciera más fuerte.
Pero si bien el pecado se hizo fuerte, el amor de Dios lo superó.
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La verdad es que la sangre de Jesús es más poderosa que cualquier pecado, que la muerte.
Es un hecho: el amor ha ganado. El amor ha vencido a la muerte. Ya no soy esclava del pecado. Eso es una verdad....no vivir una verdad es lo más tonto que puede haber, es solo fingir y pretender que no me he enterado de la enorme realidad que atraviesa generaciones y generaciones.
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El amor de Dios y la sangre de Jesús son lo suficientemente poderosos para volver el alma más negra y más sucia de pecado por un corazón semejante a la lana.
La ley apareció para que el pecado se hiciera más fuerte.
Pero si bien el pecado se hizo fuerte, el amor de Dios lo superó.
Romanos 5:20
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